- 25/08/2025
- Hablando de Salud Mental
“¿Raro tras las vacaciones?” Tu cuerpo no está fallando: se está adaptando
Volver de vacaciones puede sentirse como un pequeño duelo emocional. Dejamos atrás los días sin despertador, los planes improvisados y el placer de no tener obligaciones. La rutina regresa con su agenda cerrada y, con ella, a veces, un bajón que cuesta explicar.
Antes de llamarlo “depresión”, es importante saber que lo que estás viviendo —en la mayoría de los casos— no es una enfermedad, sino un proceso de adaptación natural. Lo mismo que nos cuesta “bajar revoluciones” cuando llegan las vacaciones, también necesitamos tiempo para volver a subir al ritmo habitual.
La clave está en dejar de pelear con ese estado. Tu cuerpo no te está saboteando. Está tratando de reorganizarse. Y si lo acompañas con conciencia en vez de exigirle rendimiento inmediato, todo se vuelve más llevadero.
¿Qué es realmente la llamada “depresión postvacacional”?
Aunque el término suena alarmante (y muy clicable), la “depresión postvacacional” no figura como diagnóstico clínico en manuales como el DSM-5 o la CIE-11. Lo que experimentamos al reincorporarnos al trabajo o los estudios se parece más a una fase de reajuste emocional.
Durante las vacaciones, bajamos el ritmo, nos reconectamos con el descanso, el ocio y nuestros vínculos. El cuerpo y la mente se relajan. Al volver, el contraste es brusco. Dormimos menos, nos exigimos más y lo hacemos sin pausa.
En vez de patologizar ese estado, podemos llamarlo por su nombre real: fase de adaptación postvacacional. Como tras una mudanza, un cambio de etapa o el regreso de una baja médica, nuestro sistema necesita reorganizarse para afrontar lo nuevo.
Este tipo de proceso también lo abordamos en terapia para adultos, especialmente cuando se prolonga o interfiere con el bienestar diario.
¿Te cuesta retomar tu rutina y necesitas apoyo?
¿Cómo saber si lo que sientes es normal?
Aquí tienes una brújula rápida para orientarte:
- ¿Te cuesta activarte por la mañana?
- ¿Tienes la sensación de que “te pesa todo”?
- ¿Notas más irritabilidad de lo habitual?
- ¿La vuelta al trabajo te genera ansiedad o bloqueo?
Si has respondido sí a varias, probablemente estás atravesando un bajón postvacacional, algo frecuente, humano y reversible.
Síntomas frecuentes en esta etapa de adaptación
Muchas personas experimentan sensaciones parecidas, aunque cada uno las viva a su manera. Estos son algunos de los síntomas tras volver de vacaciones más comunes:
- Apatía o falta de motivación.
- Tristeza leve o sensación de vacío.
- Irritabilidad o cambios de humor.
- Dificultad para concentrarse.
- Cansancio físico (incluso habiendo descansado).
- Alteraciones del sueño o del apetito.
- Sensación de “no quiero volver a empezar”.
Este conjunto de señales —que no llegan a constituir una depresión— suele durar entre unos días y un par de semanas. Si el malestar se mantiene o se intensifica, podría ser el momento de consultar a un psicólogo en El Puerto de Santa María o iniciar una terapia online.
Por cierto, si estás leyendo esto mientras bostezas delante del ordenador con una taza de café frío… no estás solo/a. Septiembre puede sentirse como la "vuelta al cole emocional". La diferencia es que ahora ya no hay recreo.
¿Notas que los síntomas persisten más de lo esperado?
¿Por qué cuesta tanto volver a la rutina?
Porque, aunque no lo digamos, las vacaciones también son una pausa emocional. Muchas personas se reencuentran con el placer, el descanso y una versión más libre de sí mismas. Volver implica renunciar —aunque sea temporalmente— a esa conexión.
Factores que pueden influir en el bajón postvacacional:
- Retomar un entorno laboral exigente o estresante.
- Cargas mentales o personales que se reactivan al volver.
- Expectativas poco realistas (“voy a volver con las pilas puestas”) que se frustran rápido.
- Compararte con otros que “parecen felices de volver”.
Todo esto puede amplificar la sensación de desgana y desajuste. Si te pasa, no estás solo/a. Es un tema más común de lo que parece y que abordamos con frecuencia en nuestra consulta, tanto en sesiones presenciales como en tratamientos para la ansiedad.
Y no, no eres débil por sentirlo. Simplemente tienes el alma con jet lag.
Claves para una vuelta más amable y consciente
No hay fórmulas mágicas, pero sí pequeñas decisiones que marcan la diferencia. Aquí algunas claves prácticas para facilitar esta transición:
- Valida cómo te sientes. No estás “mal” por sentir bajón: es humano.
- No vuelvas “a lo loco”. Recupera el ritmo poco a poco.
- Introduce placer en tu rutina. No todo tiene que ser obligación.
- Conecta con tus valores. ¿Qué te gustaría conservar de lo que viviste?
- Busca apoyo si lo necesitas. Escucharte también es cuidarte.
Y si sientes que solo no puedes, recuerda que pedir ayuda no es señal de debilidad, sino de autocuidado. Puedes hacerlo antes de que el malestar se cronifique o se convierta en algo más serio. A veces, solo necesitamos que alguien nos traduzca emocionalmente lo que sentimos.
En Centro Emocionarse estamos para acompañarte en ese proceso, tanto en nuestra consulta en El Puerto de Santa María como de forma online, si lo prefieres.
¿Y si el bajón no se pasa?
Porque sí, a veces el cuerpo vuelve, pero la cabeza se queda mirando el mar. El alma está en modo avión emocional. Cuando esto ocurre, conviene observar si lo que parecía un pequeño bajón se ha transformado en algo más serio.
Algunas señales de alerta:
- El desánimo dura más de dos semanas.
- Te cuesta disfrutar incluso de lo cotidiano.
- La ansiedad aumenta al pensar en responsabilidades.
- Empiezas a evitar o postergar tareas importantes.
En estos casos, hablamos de algo más profundo que un simple ajuste tras las vacaciones. Puede tratarse de una desregulación emocional mayor o de un conflicto que las vacaciones habían anestesiado. Ahí es donde la psicoterapia para adultos puede marcar una diferencia real.
Si este malestar dura más de dos semanas, afecta al sueño o al apetito, disminuye tu energía o interfiere con tu vida diaria y tus relaciones, es momento de pedir ayuda profesional. En equipo, podemos diferenciar un bajón adaptativo de una posible ansiedad o depresión, y construir una rutina que te cuide y te sostenga.
Porque a veces el problema no es volver a la rutina... sino qué tipo de rutina estás volviendo.
¿Sientes que este bajón va más allá de lo esperable? Escríbenos y te ayudamos a recuperar el equilibrio. A veces, cuidarse es simplemente no dejarse atrás.